Análisis

Análisis | Pérez: ¿un contrapeso del presidente?

Piñera no ha tomado la opción de delegar ni dosificar protagonismo para proteger la figura presidencial, lo que condiciona el margen de acción de su nuevo ministro del Interior.

Por: Rocío Montes | Publicado: Sábado 1 de agosto de 2020 a las 21:00 hrs.
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El martes fue su última sesión como parlamentario en la comisión de Constitución del Senado. Comenzó la reunión virtual con camisa blanca ­–con el cuello abierto, informal–, pero de repente se ausentó de la imagen y apareció con corbata. Víctor Pérez, de los cuadros de la UDI histórica, 65 años, parlamentario hace 30, pidió permiso para intervenir:

 –“Algo distinto al proyecto, presidente”, interrumpió dirigiéndose al senador socialista Alfonso Durresti, que presidía la comisión. “Me tengo que ir en este momento a algo que ustedes algo presumen. Si no vuelvo, quiero decir que fue un agrado trabajar con ustedes todo este tiempo. Estoy muy agradecido de la convivencia que hemos tenido”Lo despidieron afectuosos sus colegas de la oposición. “A lo que sea y dónde sea, suerte en lo que tenga que hacer”, le dijo Durresti, con aprecio. Francisco Huenchumilla, de la DC ­–al que Pérez trata de “Pancho”– le ofreció que “cuente con sus amigos de la comisión”. Pedro Araya, independiente, incluso bromeó: “No sé sabe si felicitarlo o darle las condolencias”. Todos rieron. Incluso la ministra de la Mujer presente en la reunión virtual, Mónica Zalaquett.

Los sondeos para su llegada a Interior comenzaron varios días antes del anuncio. Su amigo Claudio Alvarado, UDI, entonces ministro de la Segpres, lo llamó el pasado 18 de julio, una tarde de sábado en que ambos hablaron largamente de política y de las revueltas en Chile Vamos. El viernes 24, luego del comité político, Piñera le pidió a Alvarado y al entonces titular de Interior, Gonzalo Blumel (Evópoli), que se quedaran a solas luego del encuentro. Ambos sabían que era inevitable y necesario un cambio de gabinete con la renovación de los ministros políticos, sobre todo luego de la derrota en el Congreso del retiro del 10% de los fondos de la AFP, por lo que trabajaban en conjunto en un nuevo diseño ministerial de sucesión para proponerle al mandatario. Piñera se tomó el fin de semana para decidir y encajar las piezas. El lunes por la tarde llamó a Pérez, por lo que el nombramiento como ministro del Interior no tomó por sorpresa al parlamentario en su última comisión del martes en el Senado: debe haber tenido la corbata a mano.

El arribo de Pérez a la jefatura de gabinete cumplió el objetivo de que la UDI sintiera que recuperaba el espacio que nunca tuvo que haber perdido en octubre. Desanimó, sin embargo, a fuerzas internas de la derecha que vienen insistiendo hace mucho con la necesidad de salvar la figura del presidente, lo que necesariamente implicaba la decisión de Piñera de delegar y dosificar protagonismo. Es un modelo que contemplaba un presidente en un papel del jefe de Estado que se desvinculara de lo concreto y con ministros que asumieran el riesgo del éxito y del fracaso de los complejos hitos que vienen para Chile, comenzando con el resurgimiento de las protestas, el plan de desconfinamiento, la violencia en la Araucanía y el plebiscito. Que evitaran que se repitiera la fotografía de Piñera solo en la reunión de los diputados tratando de convencerlos –sin éxito, como luego quedó en evidencia–, de no apoyar en el Congreso el retiro de los ahorros de las pensiones.

Pero el mandatario no ha tomado la decisión de abandonar el micromanagement, por lo que Teodoro Ribera (RN) y Evelyn Matthei (UDI) fueron cartas que se quedaron en el camino: en distintos momentos y de distintas formas habrían dado a conocer ciertas condiciones para asumir la cartera, como determinadas facultades, rango y presencia, junto con la aplicación de un nuevo esquema. El senador Juan Antonio Coloma, el tercer UDI que contemplaba el diseño de Blumel-Alvarado, tiene por delante todavía seis años en la Cámara Alta, por lo que verá salir no solo al actual presidente, sino al siguiente y, por lo tanto, no se manifestó disponible. No es el caso de Pérez, que luego de 40 años en el servicio público –en los 80 fue alcalde designado por el régimen y desde 1990 diputado y senador–, luego de ser vicepresidente de la UDI entre 2008 y 2012 (no ha llegado a presidir su partido), tenía decidido no presentarse a la reelección en 2021.

El nuevo ministro no habría puesto condiciones para arribar al gobierno en el momento de mayor dificultad desde el 18-0. En distintos sectores de Chile Vamos lo describen como un senador con buenas bases, un dirigente de partido con amplia experiencia que se sabe interactuar con la primera línea –escuchar, dar consejos, operar, articular–, que trabaja sin estridencias y que tiene redes transversales sin generar rechazo. Lo revela la forma amistosa en que lo despidieron sus compañeros de la oposición en la comisión de Constitución del Senado, donde lo valoran como un político profesional. Su principal fuerte dada la coyuntura, sin embargo, radica en su histórica militancia UDI, el partido desde donde se lanzaron la mayoría de las balas a su antecesor.

Pérez no tenía ninguna cercanía con Piñera ni jamás fue un piñerista, porque ambos provienen de almas demasiado distintas de la coalición. No pertenece al círculo de confianza como Blumel ni tiene la relación del mandatario con el exministro UDI Andrés Chadwick (que Piñera solo tiene con Chadwick, dado el vínculo familiar). Pero Pérez era el hombre para un momento difícil en que La Moneda se vio empujada a entregar señales de unidad y orden para salvar la gobernabilidad. Con miras a los desafíos que vienen y al imparable calendario electoral de 2021-2022, en definitiva, el sector repliega sus tropas y mira hacia dentro: necesita al menos recuperar su base de apoyo histórica (que suena lejana con el 12% de popularidad del presidente).

Mientras, el gobierno da por superada la etapa de la búsqueda de diálogos en el Congreso y se centrará a partir de ahora en atajar los goles en el plano legislativo. En los 19 meses que quedan, el Ejecutivo de Piñera intentará tomar la iniciativa política fuera del Parlamento con planes propios como “Paso a paso” o de reactivación económica y generación de puesto de trabajo. Al nuevo ministro del Interior, aparte del complejo listado de misiones que debe cumplir, se le encargó especialmente apuntalar en lo político al titular de Hacienda, Ignacio Briones, que entre octubre y junio tuvo que jugar mucho en solitario. Dada la experiencia política del nuevo jefe del gabinete, probablemente podrá actuar con cierta autonomía, lo que no significa correr por la libre.

Pero todo esto, ¿implica que Pérez –un duro del sector que debuta con especial interés por la Araucanía– llegue al Palacio a ocupar un papel de contrapeso de la figura presidencial? En Chile Vamos lo dudan mucho, aunque a algunos les gustaría equivocarse. 

 

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